06/04/2021

Por qué el divorcio es la historia más importante que le contarás a tus hijos

 

Por qué el divorcio es la historia más importante que le contarás a tus hijos

La forma en que les cuentes el divorcio y acompañes a tus hijos será clave en cómo ellos puedan atravesar ese proceso.

01/07/2020 14:12  Clarín.com Relaciones

Actualizado al 01/07/2020 14:12

Nada nos prepara para lo que es pasar una separación cuando tenemos hijos. La terapeuta del Instituto Gottman Kerry Lusignan explica los procesos que debemos atravesar al pasar por un divorcio, mientras que la psicoanalista fundadora de la Escuela para Padres Multifamiliar Eva Rotenberg cuenta la mejor manera de decírselo a los chicos y qué debemos evitar para prevenir que padezcan crisis psicológicas y parentales.

Kerry cuenta que, según las estadísticas, entre el 40% y el 50% de los adultos tendrán que pasar por un divorcio en algún momento de sus vidas, y aún así representa algo único e individual para cada uno.

Ella explica que nuestra familia es una microcultura que agrupa rituales, ritmo y reglas, y representa una huella digital única, nuestra y de nuestra pareja. El divorcio, en cambio, es su disolución, y se caracteriza más por deshacer que por convertir. “Por primera vez tendremos que aventurarnos juntos a algo que, por definición, está diseñado para hacer solos. Pasaremos el divorcio solos, juntos”, detalla.

Atravesar el divorcio

Cuando una pareja con hijos decide divorciarse es advertida por los psicólogos de que se trata de un momento en el que deben tener cuidado. “Lo más probable es que sus cuerpos hayan llegado a reconocer al otro como el enemigo y que, dado esto, su ritmo cardíaco aumente a más de cien latidos por minuto cada vez que estén cerca. Para muchos, esta respuesta fisiológica a la amenaza ocurrirá incluso con el solo pensamiento de nuestra expareja. Se trata del sistema nervioso aprendiendo a expulsarlo”, cuenta Kerry.

La profesional hace hincapié en que estas alarmas biológicas serán respuestas al estrés corporal, porque además de la frecuencia cardíaca acelerada, aumentarán nuestras hormonas del estrés. El resultado será una incapacidad para pensar, comunicarse, o escuchar con claridad.

“No es sorprendente que el divorcio sea un momento en el que luchemos con períodos de deterioro psicológico, fisiológico, y emocional. Todo esto ocurre mientras se nos pide simultáneamente que tomemos decisiones críticas, seamos monoparentales, generemos ingresos, vendamos o reubiquemos nuestro hogar, y pasemos por el dolor y la pérdida de sueños. Nuestra vida se deshace más rápido de lo que podemos reconstruirla, y las semillas de la regeneración aún no brotan”.

Cómo hablarlo con los chicos

“Cuando una pareja decide separarse es porque ya hay un proceso de desencuentro que puede ser más o menos deductivo, con peleas, gritos, a veces violencia física, otras, verbal. En el menor de los casos es simplemente hablado y representa una decisión tomada”, explica Eva Rotenberg.

Ella resalta que hablarle a nuestros hijos mal de su mamá o papá es realmente lo peor que podemos hacer, pero no alcanza sólo con no hablar mal: “Hay muchas situaciones donde aunque no hablemos mal del otro, aún hay mucha violencia, por ejemplo, al no dejarlo entrar o no atenderlo, o seguir peleando una vez separados, ya sea por la separación de bienes, o las visitas. Es decir que si una pareja no se separa bien, las peleas van a seguir después, y en lugar de ocuparse de qué sienten los hijos estarán centrados en ellos mismos y sus discusiones”.

Para Eva,el modo de hablar con los niños dependerá de su edad:

“Si son pequeños es importante comunicarles que ellos habrán visto que mamá y papá discuten, piensan distinto, y entonces decidieron que es mejor vivir separados. Cada uno va a vivir en otra casa, pero van a seguir siendo siempre una familia, porque tanto mamá como papá seguirán siendo sus padres y los van a querer, sólo que van a ser una familia que está separada”.

“Si son adolescentes la conversación será diferente. Los hijos adolescentes ya saben mucho de lo que sucede y cuál es el problema, y no es bueno mentirles ni tampoco darles demasiados detalles”.

Según John Gottman, autor de Criar a un niño emocionalmente inteligente, si queremos saber si un niño está atravesando una crisis parental en casa hay una prueba de fuego. Resulta que los niños expuestos a "gran hostilidad conyugal" tienen niveles marcadamente más altos de hormonas del estrés que los hijos de padres con matrimonios estables.

“Cuando peleamos con nuestra pareja, o incluso expareja, nuestro hijo excreta toxinas de angustia que su cuerpo no puede metabolizar. Por un sistema nervioso familiar, todos estaremos aún interconectados en un nivel subterráneo, y su cuerpo estará gritando basta, incluso si nunca nos dicen una palabra”, explica Kerry.

Aún así, la profesional puntualiza que nuestros hijos hablarán de otras maneras y nos harán conocer su angustia si escuchamos con atención.

Cómo respondamos (o no) a lo que comparte nuestro hijo es fundamental. Le puede doler la panza a la hora de acostarse, o tendrá una lista de molestias que aparentemente no tienen causa inmediata (y, por lo tanto, tampoco remedio disponible).

Según los profesionales del Instituto Gottman, por muy tentador que sea, debemos tratar de abstenernos de responder a los sentimientos de nuestro hijo ofreciéndole una distracción o animándolo. Gestos como éstos, aunque sean con la mejor intención, en general provienen de nuestra incomodidad cuando vemos que están sufriendo. Queremos mejorarlo, ofrecer alivio, y poner una curita, pero el divorcio es un proceso más grande que eso.

Eva cuenta que las consecuencias de manejar mal la separación pueden ser graves, porque en las peleas, separaciones o divorcios contenciosos lo que menos se ve es qué les pasa a los hijos: “He atendido familias donde los chicos sufrían bullying, porque estaban muy mal psíquicamente, otros al borde de sufrir un ataque psicótico, etc. Tengo un caso de un niño chiquito que sus padres viven peleándose a pesar de estar separados, y él dibuja lápidas con cruces. Psíquicamente es algo muy disruptivo para ellos, y para los grandes, también”. Separación y crisis familiar

 

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