Por qué el divorcio es la historia más importante que le
contarás a tus hijos
La forma en que les cuentes el divorcio y acompañes a tus
hijos será clave en cómo ellos puedan atravesar ese proceso.
01/07/2020 14:12
Clarín.com Relaciones
Actualizado al 01/07/2020 14:12
Nada nos prepara para lo que es pasar una separación cuando
tenemos hijos. La terapeuta del Instituto Gottman Kerry Lusignan explica los
procesos que debemos atravesar al pasar por un divorcio, mientras que la psicoanalista
fundadora de la Escuela para Padres Multifamiliar Eva Rotenberg cuenta la mejor
manera de decírselo a los chicos y qué debemos evitar para prevenir que
padezcan crisis psicológicas y parentales.
Kerry cuenta que, según las estadísticas, entre el 40% y el
50% de los adultos tendrán que pasar por un divorcio en algún momento de sus
vidas, y aún así representa algo único e individual para cada uno.
Ella explica que nuestra familia es una microcultura que
agrupa rituales, ritmo y reglas, y representa una huella digital única, nuestra
y de nuestra pareja. El divorcio, en cambio, es su disolución, y se caracteriza
más por deshacer que por convertir. “Por primera vez tendremos que aventurarnos
juntos a algo que, por definición, está diseñado para hacer solos. Pasaremos el
divorcio solos, juntos”, detalla.
Atravesar el divorcio
Cuando una pareja con hijos decide divorciarse es advertida
por los psicólogos de que se trata de un momento en el que deben tener cuidado.
“Lo más probable es que sus cuerpos hayan llegado a reconocer al otro como el
enemigo y que, dado esto, su ritmo cardíaco aumente a más de cien latidos por
minuto cada vez que estén cerca. Para muchos, esta respuesta fisiológica a la
amenaza ocurrirá incluso con el solo pensamiento de nuestra expareja. Se trata
del sistema nervioso aprendiendo a expulsarlo”, cuenta Kerry.
La profesional hace hincapié en que estas alarmas biológicas
serán respuestas al estrés corporal, porque además de la frecuencia cardíaca
acelerada, aumentarán nuestras hormonas del estrés. El resultado será una
incapacidad para pensar, comunicarse, o escuchar con claridad.
“No es sorprendente que el divorcio sea un momento en el que
luchemos con períodos de deterioro psicológico, fisiológico, y emocional. Todo
esto ocurre mientras se nos pide simultáneamente que tomemos decisiones
críticas, seamos monoparentales, generemos ingresos, vendamos o reubiquemos
nuestro hogar, y pasemos por el dolor y la pérdida de sueños. Nuestra vida se
deshace más rápido de lo que podemos reconstruirla, y las semillas de la
regeneración aún no brotan”.
Cómo hablarlo con los chicos
“Cuando una pareja decide separarse es porque ya hay un
proceso de desencuentro que puede ser más o menos deductivo, con peleas,
gritos, a veces violencia física, otras, verbal. En el menor de los casos es
simplemente hablado y representa una decisión tomada”, explica Eva Rotenberg.
Ella resalta que hablarle a nuestros hijos mal de su mamá o
papá es realmente lo peor que podemos hacer, pero no alcanza sólo con no hablar
mal: “Hay muchas situaciones donde aunque no hablemos mal del otro, aún hay
mucha violencia, por ejemplo, al no dejarlo entrar o no atenderlo, o seguir
peleando una vez separados, ya sea por la separación de bienes, o las visitas.
Es decir que si una pareja no se separa bien, las peleas van a seguir después,
y en lugar de ocuparse de qué sienten los hijos estarán centrados en ellos
mismos y sus discusiones”.
Para Eva,el modo de hablar con los niños dependerá de su
edad:
“Si son pequeños es importante comunicarles que ellos habrán
visto que mamá y papá discuten, piensan distinto, y entonces decidieron que es
mejor vivir separados. Cada uno va a vivir en otra casa, pero van a seguir
siendo siempre una familia, porque tanto mamá como papá seguirán siendo sus
padres y los van a querer, sólo que van a ser una familia que está separada”.
“Si son adolescentes la conversación será diferente. Los
hijos adolescentes ya saben mucho de lo que sucede y cuál es el problema, y no
es bueno mentirles ni tampoco darles demasiados detalles”.
Según John Gottman, autor de Criar a un niño emocionalmente
inteligente, si queremos saber si un niño está atravesando una crisis parental
en casa hay una prueba de fuego. Resulta que los niños expuestos a "gran
hostilidad conyugal" tienen niveles marcadamente más altos de hormonas del
estrés que los hijos de padres con matrimonios estables.
“Cuando peleamos con nuestra pareja, o incluso expareja,
nuestro hijo excreta toxinas de angustia que su cuerpo no puede metabolizar.
Por un sistema nervioso familiar, todos estaremos aún interconectados en un
nivel subterráneo, y su cuerpo estará gritando basta, incluso si nunca nos
dicen una palabra”, explica Kerry.
Aún así, la profesional puntualiza que nuestros hijos
hablarán de otras maneras y nos harán conocer su angustia si escuchamos con
atención.
Cómo respondamos (o no) a lo que comparte nuestro hijo es
fundamental. Le puede doler la panza a la hora de acostarse, o tendrá una lista
de molestias que aparentemente no tienen causa inmediata (y, por lo tanto,
tampoco remedio disponible).
Según los profesionales del Instituto Gottman, por muy
tentador que sea, debemos tratar de abstenernos de responder a los sentimientos
de nuestro hijo ofreciéndole una distracción o animándolo. Gestos como éstos,
aunque sean con la mejor intención, en general provienen de nuestra incomodidad
cuando vemos que están sufriendo. Queremos mejorarlo, ofrecer alivio, y poner
una curita, pero el divorcio es un proceso más grande que eso.
Eva cuenta que las consecuencias de manejar mal la
separación pueden ser graves, porque en las peleas, separaciones o divorcios
contenciosos lo que menos se ve es qué les pasa a los hijos: “He atendido
familias donde los chicos sufrían bullying, porque estaban muy mal
psíquicamente, otros al borde de sufrir un ataque psicótico, etc. Tengo un caso
de un niño chiquito que sus padres viven peleándose a pesar de estar separados,
y él dibuja lápidas con cruces. Psíquicamente es algo muy disruptivo para
ellos, y para los grandes, también”. Separación y crisis familiar
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